El 'smartphone' de gama alta permite una mayor apertura focal que aumenta la captura de luz.
Pocas veces, en especial en el homogéneo mundo Android, se encuentran teléfonos que se salen del molde por apariencia y características. Y en eso LG, con menos ruido que sus rivales, ha logrado abrir una senda distinta, propia.
Desde el G2, cuando sorprendió al mundo con un móvil que resumió los botones en la parte trasera, LG ha sostenido una propuesta que en este G4, que probamos, llega a un punto de madurez interesante.
Los conceptos base se mantienen: un móvil de gama alta que en menos cuerpo y peso que un iPhone 6 Plus ofrece el mismo tamaño de pantalla: 5,5 pulgadas. Un diseño basado en la ausencia total de botones frontales o laterales, llevados todos a la parte posterior en la altura del dedo meñique, una ubicación rara en principio, pero luego cómoda y funcional.
Esta vez, la marca imprimió dos detalles al empaque: una leve curvatura en el cuerpo del equipo, casi imperceptible, que arranca en la pantalla y se acompaña de la tapa trasera, la cual le brinda no solo una mejorada apariencia, sino que optimiza el agarre y, dice LG, protege el monitor en caso de caídas de ‘cara’.
Lo otro es su tapa posterior, la cual viene en cuero vegetal (la surcoreana se esmera por dejar en claro que ningún ser vivo es insumo) terminada a mano, que le da un remate muy lujoso y eleva mucho el grip (agarre) en mano.
No estamos ante un modelo del talante de diseño de un Galaxy S6, pero sin duda está en los mismos renglones de finura.
Ahora, en su monitor viene uno de sus grandes puntos fuertes. LG juntó en un mismo panel la capa táctil con la luminosa, en una nueva tecnología Quantum IPS con resolución 2K, lo que se nota en un monitor no solo con una densidad alta de puntos de luz por pulgada, sino con mayor contraste y fidelidad de color.
Su tapa posterior viene en cuero vegetal. Foto: es.engadget.com
Fuente El Tiempo
|
Compartir en
No hay comentarios:
Publicar un comentario